Cuando Woody Allen ya no quiere ser Woody Allen

Published on

Woody Allen siempre ha tenido un enemigo y lleva su propio nombre. Los derroteros que atraviesa el prolífico director han sido angostos, caprichosos y polémicos. Y tanto que sí. Vida sentimental aparte, que bien merecería unos cuantos capítulos de novela venezolana, el cineasta con casi cincuenta películas a sus espaldas, ha pasado por una montaña rusa de suertes en que, crítica y público jamás se han puesto de acuerdo. Hubo un tiempo en que fue una de las “niñas bonitas” de Hollywood, y otro en el que se convirtió en uno de esos genios neuróticos, raros y casi asociales en su forma de pensar y actuar.

A sus 82 años comienza un periplo, manuscrito en mano, para intentar vender unas memorias de las que siempre renegó. Poco tiempo atrás, una gran editorial le ofreció tres millones de dólares por esas páginas. Le pareció poco y siguió buscando la oferta mayor. Pero no sucedió al ser considerado un libro tóxico y políticamente incorrecto, no solo en su argumento, sino en el apoyo que merecería por parte de una editorial. Apoyar a Woody Allen en eso de darle voz ahora no está bien visto. Aquellos tres millones de euros, sin embargo, hoy se le antojan ya suficientes, pero aquella puerta ya cerró. De rechazar a rechazado.


El limbo Allen

Pero no solo su aventura literaria pende de un hilo. Lejos ha quedado aquella aplaudida Annie Hall (1977) sobre la sorprendente relación de dos extraños amantes, o Café Society (2016) a la que crítica y público calificó de regulera. Hoy, quién lo diría, algunas de sus recientes producciones sufren boicot: A rainy day in New York (su película número 48) verá la luz por fin en octubre después de que la productora, Amazon, rechazara su emisión tras las acusaciones de abuso sexual que interpuso la hija del director contra su padre. Juicios aparte, parece que cada vez resulta más complicado su deseo de llegar a dirigir 50 películas antes de morir tranquilo. De la mano también de Amazon llegó a España hace un par de años Crisis en Seis Escenas, el esperado debut de Woody Allen en televisión protagonizado por Miley Cyrus y el mismo cineasta, que también se enfrenta a la narración como director. Una comedia ambientada en los años sesenta y dividida en seis episodios que hay quien asegura que supuso el comienzo de su declive y que la lámpara de la genialidad de Allen se empezó a gastar de tanto frotarla. Hay una cantidad ingente de opiniones al respecto de la caída en picado del cineasta, así como quien asegura que su situación solo atraviesa un bache y que finalmente volverá a los estudios con una vitalidad renovada. Sin dejar los presagios aparte, lo cierto es que algunas de sus películas pueden albergar una morbosa premonición, en La rosa púrpura de El Cairo (1985) se abre un debate en torno a la necesidad de elegir entre fantasía y realidad, y, como casi siempre, y también como en la vida de Allen, la realidad es súbitamente peor que cualquier elucubración, ya sea en forma de película. Interiores (1978), sin embargo, era un retrato de la ineptitud de los humanos para establecer relaciones, las visitas de Allen a los juzgados, la interposición de demandas, los cruces de acusaciones… pueden ser también una extrapolación de la realidad imaginada para sus filmes y que tiene su resonancia en los vaivenes de su propia vida. Aún así, su suerte cambiante le ha brindado cuatro premios óscar e innumerables galardones en otros certámenes, una prolífica trayectoria de subida y bajada a los infiernos que querrá estabilizar en el recuerdo de sus laureados logros con su próxima producción que le traerá a España, lugar por el que siente especial predilección porque la crítica de nuestro país según admite, es menos somera que la anglosajona. País Vasco se llenará de cámaras y luces para alojar la vuelta al trabajo tras su sequía cinematográfica del último año. Una película que, se rumorea, seguirá la estela de la aclamada Midnight in Paris (2011) y que mezclará su siempre carismática visión y ciertos toques de humor ácido, con realidad e imaginación o fantasía. Mediapro se lanzara a apoyar este proyecto desoyendo las voces de los que le sitúan como un cineasta al borde de un fracaso existencial en toda su envergadura. Obviamente el tamiz por el que pasa el director es constante, sin embargo su repercusión siempre es rimbombante, y para el lugar donde se geste su nueva propuesta habrá cuantiosa repercusión mediática, promoción y consecuentemente inyección turística, tal y como pasó con Vicky, Cristina Barcelona que dirigió en 2008 y que confirió en una gran herramienta marketiniana para popularizar (aún más) la ciudad condal fuera de nuestras fronteras. Mientras esto sucede, Allen tratará de lubricar su imagen en nuestro país con las notas de su clarinete; el 16 de junio tocará en Bilbao, el 18 en el Festival Jardins de Pedralbes de Barcelona y el 20 lo hará en Madrid. Un espectáculo improvisado sin repertorio fijo junto a la The Eddy Davis New Orleans Jazz Band, que incluirá una selección de canciones de principios del siglo XX, clásicos, blues y rags inspirados en una gran variedad de artistas que hará disfrutar a Allen de una de sus facetas favoritas, porque, tal y como declaró él en Broadway Danny Rose, 1984, su filosofía es pasarlo bien, aunque también hay que sufrir un poco, porque, de lo contrario, no captas el sentido de la vida.

Considerando su trayectoria y todos los devaneos, polémicas y contradicciones y su actual maltrecha reputación, parece obvio que el sentido de la vida, al menos eso, sí ha sido captado para Allen, y en toda su esencia. Habrá que esperar para ver si cumple ese sueño de realizar por fin las cincuenta películas que deseaba o cruzar los dedos para que no suceda.





← Back to portfolio